¿Cuál es la labor de un tanatopractor?

Hola, tanatonautas. Esta semana venimos a hablaros de una de las profesiones más alucinantes que existen en la faz de la tierra (cómo si nuestra web no hablara de sobra de ello); se trata de la tanatopraxia, una profesión espeluznante para unos y para otros, como un servidor, hermosa como la que más.

Y es que escucharéis por las calles: “¿Eso qué es? ¿Los que maquillan a los muertos?” o “A mi no me hables de eso” o “Trabajar en una funeraria, ¡Qué susto!”, un inmenso mar de tabúes sobre el cual no vamos a navegar ni siquiera dejarnos flotar, porque ello da para una posible próxima entrada en nuestro blog.

Aun escuchando esas cosas, no debemos cejar empeño en defender una labor tan social como la nuestra.

La tanatopraxia es una profesión que abarca muchos aspectos técnicos relacionados con el tratamiento higiénico-sanitario de los cadáveres y restos cadavéricos, es decir, con las prácticas de sanidad mortuoria. Porque sí, la tanatopraxia es una de las muchas ramas que tiene el árbol de la sanidad.

No obstante, hoy no vengo a hablaros de la parte técnica de nuestro trabajo, sino de la social, “la bonita” que dirían muchos. El trabajo de tanatopractor se topa todos los días con dos caminos, y todos los días debe atravesarlos como si de un experto en bilocación se tratase. 

El primer camino, es el de proteger la salud física de las personas, la de cada ciudadano que conviva con nosotros. Y es que las labores encaminadas en la desinfección del finado tienen como objetivo hacer que el difunto no sea un ente infectocontagioso para sus seres queridos, o para nosotros, que también convivimos con nuestros seres queridos. Y es que te imaginas, que por no ponerme los epis o no desinfectar/esterilizar, me convierto en un ser pernicioso para mi familia ¿?. 

El segundo camino, importantísimo, es el de proteger la salud mental de las familias y allegados que acuden a los tanatorios en busca de respuestas. Imaginaros la situación, un naufrago perdido en medio del mar en plena noche, no hay luna, no hay luz, nada, sólo frío y oscuridad; no sabe a donde dirigirse y lo único que atisba en su horizonte es un abismo de sufrimiento y muerte. De repente, se enciende una pequeña lucecilla, lejana como una estrella, cuyo movimiento parece hacerla titilar…

Pues bien, el ser querido de ese difunto es ese naufrago, nosotros el faro. El naufrago nadará sin aliento hasta el faro para agarrarse al único camino viable que se muestra ante él o ella. 

Nosotros no somos psicólogos ni pretendemos serlo, pero con nuestro trabajo y nuestro trato al familiar/allegado somos esa primera piedra para la superación sana del duelo. Una primera piedra, que bien puesta evitará que el duelo se vuelva crónico, que ese duelo crónico se torne en depresión, y que esa depresión acabe por engrosar las filas de personas que acuden día a día a los servicios de salud mental. 

Porque no es lo mismo superar un duelo con el constante bombardeo de imágenes de un difunto mal acondicionado, de un trato mal dado, que superar un duelo con la imagen reconocible de un ser querido, de un difunto cuya máscara de la muerte hemos conseguido retirar.

Esperamos poder haberte ayudado a entender una nueva visión del tanatopractor y su trabajo desde un punto de vista diferente. Pero, si aún sigues con dudas y quieres aprender más sobre el tema o quieres saber cómo trabajar en tanatopraxia y tanatoestética, puedes informarte sin compromiso sobre el Curso de Tanatopraxia que impartimos en Tanatos Formación. Este curso es impartido por profesionales con años de experiencia en el sector de la tanatopraxia y está certificado por la Universidad Complutense de Madrid. Contamos con curso de Tanatopraxia y Tanatoestética en Madrid, Málaga, Sevilla, etc. Pregúntanos por nuestros centros.

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Ezequiel H.