El último adiós al Papa Francisco: Ritos y curiosidades del Funeral Papal

El Papa Francisco, figura central del catolicismo en el siglo XXI, falleció el 21 de abril de 2025 a los 88 años de edad. Su muerte marca el final de un pontificado profundamente caracterizado por la sencillez, la humildad y el compromiso con los más vulnerables. Más allá del duelo espiritual y social que provoca su partida, su fallecimiento activa un riguroso y simbólico protocolo funerario que mezcla tradición, liturgia y decisiones personales que sorprenden por su austeridad.

 

El funeral del Papa Francisco se celebrará el sábado 26 de abril en la Plaza de San Pedro. Será presidido por el cardenal Giovanni Battista Re. Durante los tres días previos, el cuerpo del pontífice será expuesto en la Basílica para permitir que los fieles puedan rendirle homenaje, en un velatorio abierto que recuerda a los funerales de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

 

A diferencia de otros pontífices, Francisco ha rechazado el uso de los tres féretros (ciprés, plomo y madera de olmo) que suelen conformar el ataúd papal. El suyo será un sencillo féretro de madera con interior metálico, sin adornos y sin catafalco. Este gesto, coherente con su vida de sobriedad, lo diferencia incluso en la muerte de sus predecesores más recientes.

 

Tras su fallecimiento, el cuerpo del Papa fue sometido a un procedimiento de tanatopraxia, práctica habitual en el Vaticano. Este proceso, que combina técnicas de conservación y restauración estética, garantiza la dignidad de la imagen del difunto durante la exposición pública. La tanatopraxia papal es realizada por personal especializado y, en el caso de los pontífices, se siguen protocolos específicos que incluyen la desinfección, hidratación y tratamiento cosmético del rostro y las manos, partes visibles durante el velorio. A diferencia de procesos más invasivos como el embalsamamiento tradicional, se busca una preservación temporal para los días previos al sepelio, evitando alteraciones en la morfología del cuerpo.

 

Pero, ¿Qué incluye la tanatopraxia papal?

En el caso de un Papa, la tanatopraxia se lleva a cabo con máxima discreción y siguiendo protocolos del más alto nivel, tanto por razones sanitarias como por respeto a su figura.

 

  1. Conservación interna:

Se realiza una inyección arterial con un fluido conservante —normalmente una base de formaldehído diluido y sustancias humectantes— que retrasa la descomposición. Dado que el Papa Francisco será expuesto públicamente, se puede optar también por la aspiración de cavidades internas para evitar gases post mortem y olores.

 

  1. Higiene y cuidado estético:

El cuerpo es lavado, peinado y vestido con las vestiduras litúrgicas papales, generalmente una sotana blanca, capa pluvial y estola. Se cuidan detalles como el maquillaje mortuorio (muy sutil en estos casos), el cierre adecuado de los párpados y labios, y la colocación de las manos, generalmente cruzadas sobre el pecho sujetando un crucifijo o rosario.

 

  1. Protección del cuerpo:

En el caso de los papas, el cuerpo no es embalsamado al estilo faraónico, sino que se preserva temporalmente. A veces, se colocan gasas embebidas en productos antisépticos y conservantes en zonas sensibles. El ataúd también suele tener cierres herméticos para evitar la proliferación bacteriana.

 

El Papa Francisco sorprendió al solicitar en su testamento ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, donde solía acudir en momentos clave de su pontificado. Específicamente, será sepultado entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, alejándose de la tradición de ser enterrado en las Grutas Vaticanas. Este gesto tiene una carga simbólica profunda: la basílica contiene la imagen mariana de la Salus Populi Romani, a la que el Papa profesaba una devoción especial. 

 

El Vaticano sigue un protocolo estricto con los bienes papales. Objetos personales como su anillo del pescador, símbolo del poder pontificio, y su sello serán destruidos en un acto ceremonial. Esto simboliza el final del pontificado y evita cualquier uso indebido.

 

En cambio, su sotana blanca, su mitra y su cruz pectoral podrían ser conservadas como reliquias o piezas de museo, y algunas de ellas se prevé que se exhiban en el Museo Vaticano o en su ciudad natal, Buenos Aires.

 

Una de las notas más humanas del fallecimiento de Francisco ha sido la publicación de algunos extractos de su testamento espiritual. En él ofreció sus “dolores finales por la paz del mundo y por la fraternidad de los pueblos”, reafirmando hasta su último aliento su mensaje de reconciliación y amor entre las naciones.

 

Francisco también dejó instrucciones precisas de no tener monumentos funerarios ni placas conmemorativas en exceso. En vida, nunca aceptó salarios ni propiedades personales. Se calcula que dejó una cuenta simbólica de menos de 100 dólares y ningún bien material significativo.

 

CONCLUSIÓN

El fallecimiento del Papa Francisco deja una marca indeleble en la historia del cristianismo moderno. Coherente con su mensaje de humildad, justicia social y cercanía con los pobres, eligió una despedida despojada de boato pero cargada de contenido simbólico. Para el sector funerario, este acontecimiento representa un claro ejemplo de cómo las decisiones personales y los valores de vida pueden influir profundamente en los ritos de muerte, incluso en figuras de tan alto rango. La planificación funeraria del Papa Francisco es, en esencia, una lección sobre el poder del mensaje incluso después de la vida

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