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Historias de una moneda… entre las cenizas de un fallecido

Recuerdo la primera vez que vi una moneda entre las cenizas de un fallecido.

Los funerarios estamos acostumbrados a encontrar prótesis o implantes dentales, pernos, coronas, también clavos, grapas o cualquier elemento metálico que forme parte del féretro. También podemos encontrarnos prótesis de rodilla o de cualquier parte del cuerpo que en su momento, sirvieron para dar una mejor calidad de vida a quien las necesitaba. De hecho, nosotros los funerarios, debemos pasar siempre un imán potente para separar los huesos de cualquier metal, ya que no deben formar parte de las cenizas de un fallecido.
Pero encontrar una moneda, era algo diferente…

Entonces recordé la historia que mi madre me contaba cuando era pequeña, la del Barquero Caronte.
Caronte es una figura de la mitología griega, es el barquero que lleva las almas de las personas fallecidas al inframundo, al reino de Hades, donde serán juzgadas para decidir cuál será su lugar de descanso.

¿Y qué papel juega una moneda entre las cenizas de un fallecido?

Los griegos creían que los muertos necesitaban una moneda para pagar a Caronte por sus
servicios, así que les ponían una en la boca, bajo la lengua de los difuntos. Caronte transportaba las almas al otro lado del venenoso río Aqueronte para llegar al inframundo, es decir, al reino de Hades.

En muchas oportunidades, Caronte iba acompañado del Dios mensajero Hermes, el cual se encargaba de guiar a los difuntos hasta Caronte. Las almas que llegaban sin la moneda tenían que esperar 100 años en la orilla antes de que Caronte aceptara llevarlos al reino de Hades gratuitamente.

Con el paso del tiempo, en algunos lugares, la tradición de poner una moneda debajo de la lengua cambió, y pasaron a poner una moneda sobre cada ojo del difunto antes de enterrarlo. Ahora, cada vez que encuentro una moneda entre las cenizas de un difunto, no puedo evitar pensar que aún hoy en la actualidad, muchas personas siguen requiriendo los servicios del Barquero Caronte. A esta moneda se la llamaba Óbolo de Caronte.

¿Y tú? ¿Habías planteado si vas a llevar una moneda a la tumba o al entierro? ¿Habías oído alguna vez la historia de poner monedas en los ojos a un difunto?

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El Tabú de la Muerte – Derecho a la muerte digna

Vivimos en una sociedad donde la muerte sigue siendo un tema tabú, donde todo lo que la envuelve se halla abrazada por un manto de desconocimiento, incluso repudio. A ello debemos sumarle el mismo dolor, el mismo duelo, que tiene lugar en cada uno de los familiares y allegados del difunto.

Cuando hablamos de una muerte digna, no solamente hablamos del difunto en sus últimos momentos. También hacemos referencia a los rituales que se desarrollan a partir del suceso, a las gestiones en relación a la defunción y el mismo duelo. La muerte, en todas sus facetas, es un tema que inspira temor y dolor. Un tema que da miedo, entre otras cosas, por pensar “¿y qué viene después?”, por el mismo ocultamiento por parte de la sociedad. Este enmascaramiento viene heredado culturalmente y, con el paso de los siglos, se ha consolidado como un tabú, hasta el punto en el que se llegan a desautorizar duelos y, por lo tanto, se llegan a generar patologías de salud mental, como la depresión.

Por lo tanto, nos encontramos frente a una situación muy completa porque con ritos invalidados o prohibidos, una gestión de trámites en relación al difunto desconocido por muchos de los familiares y un miedo a hablar abiertamente de la muerte, a expresar los sentimientos y pensamientos derivados del duelo, e incluso situación donde no se le va a permitir expresar o hablar a la persona por las circunstancias que les envuelven.
Llegados a este punto, el lector de este artículo podría preguntarse ¿qué tiene todo esto que ver con el trabajo de un tanatopractor? o ¿realmente abarcamos tanto en nuestro trabajo? Y la respuesta no es otra que: sí, y mucho más.
Como tanatopractores, nuestro trabajo comienza en las familias, a las que vamos a dedicar gran parte de nuestro trabajo. Vamos a hablar con ellos para que nos expresen sus deseos respecto al velatorio, detalles respecto al acondicionamiento, féretro, flores, urna en el caso en el que tuviese servicio de cremación… Además nos encontramos con personas que están pasando por las primeras fases del duelo y cuyo desarrollo del mismo está, en muchos casos, condicionado por un momento tan importante como es el velatorio. La última imagen del difunto que se grabará en sus recuerdos. Un punto de inflexión fundamental.

“Hacemos lo que hacemos por el que se va, pero también por todos aquellos que se quedan; que tengan una despedida que les ayude en su duelo.”

Nuestro segundo punto, que no por ello es menos importante, es el trabajo con el difunto. Nuestro trabajo abarca, evidentemente, acondicionar al difunto no solamente desde el punto de vista higiénico-sanitario, sino para eliminar la huella de la muerte y el sufrimiento del difunto. Buscamos que la familia borre de sus memorias ese recuerdo doloroso de angustia y se quede con una imagen de armonía, paz y sosiego, pero también para darle último adiós y un destino final digno.

“Despedirnos de nuestros seres queridos, verlos partir desde la paz, ayuda muy positivamente en el proceso de readaptación que es el duelo.”

En definitiva, una amplia parte de nuestro trabajo es para y con los allegados y familias de los difuntos. Es una forma de ayudarles en un proceso cuanto menos doloroso. Informar correctamente, hacer una buena gestión de la documentación, ser ese punto de inflexión es una forma de también acabar con el tabú que tiene impuesto actualmente nuestra sociedad. Porque eliminamos una mala praxis, incluso la ausencia de la misma, que se ha generado por el miedo y por el desconocimiento; por un tabú que va más allá del silencio.

— Belén Navarro Priet