La Asociación Latinoamericana de Tanatopraxistas concede la Mención Honorífica Dr. Mario Lacape a Antonio Navarro Ramírez

El día 23 de febrero, la Junta Directiva Internacional de la Asociación Latinoamericana de Tanatopraxistas, presidida por don Camilo Jaramillo de Medellín, Colombia, ha proclamado a Antonio Navarro como acreedor de la Mención Honorífica Dr. Mario Lacape.

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¿En qué consiste el culto funerario en la antigua Grecia?

Dentro de la historia del mundo, la gente ha tenido diferentes ritos para sus muertos y actualmente tales rituales se han simplificado a su máxima expresión, pero hubo épocas en las que la ceremonia representaba un largo listado de costumbres, tradiciones y elementos incluidos dentro de la misma. Hoy exploraremos un poco más a fondo los complejos rituales funerarios que desarrollaban los griegos, sus diversas costumbres y los significados tras sus tradiciones.

La cultura griega es tal vez una de las más antiguas del mundo y contaban con un extenso rito funerario con gran significado en cada paso. Empezando por el concepto de que la muerte era el final de todo y que al hacerse un mal ritual, el alma quedaría atrapada para siempre en una eterna angustia vagando por el mundo. La paz eterna o salvación individual dependería totalmente del estricto cumplimiento de algunos preceptos bien establecidos.

Etapa de agonía en la antigua Grecia

Incluso antes de morir se tenían. Existían preparaciones para el futuro difunto, cuando un romano entraba en agonía, por enfermedad o alguna herida, debía llevarse hacia la tierra donde nació y de donde su padre le recogió en ese momento. Por ello, era deber del primogénito recoger su último aliento mediante un beso y cerrar sus ojos, mientras que el esclavo más antiguo de la casa apagaría el fuego en el hogar. Al confirmarse el fallecimiento, cada familiar le daría una despedida pronunciando su nombre y mientras las mujeres cercanas tendrían derecho a lamentarse profundamente, con llantos, gritos, lamentaciones e incluso arañando su rostro, los hombres romanos deberían mantener la compostura y reprimir cualquier manifestación interna de dolor.

Preparaciones fúnebres

Dentro de la tradición se dictaba, que las mujeres allegadas al difunto serían las encargadas de preparar el cuerpo para el funeral, en especial aquellas mayores de 60 años. Dicha preparación consistía en hacer un baño con agua caliente, ungir el cuerpo con aceites, envolverlo en un sudario con el rostro descubierto y en caso de los hombres se debía dejar afeitado y perfumado. Finalmente era adornado con coronas, cintas y joyas, muy importante, debía colocarse una moneda en la boca del difunto, con la cual se podrá pagar al barquero Caronte por su travesía por el rio del Infierno.

Al día siguiente de la preparación, se procedía a realizar lo que ahora llamaríamos una velación dentro de la casa del fallecido o en la casa de un pariente cercano, a esto se le llamaba “prothesis”. Debía ubicarse el cuerpo con los pies hacia la puerta y colocando un vaso de agua lustral que debía traerse de otra residencia, se tenía la creencia que el agua del lugar estaría contaminada. Este vaso tendría dos propósitos, anunciar el fallecimiento en las afueras de la casa y que aquellos que salían del recinto pudieran rociarse con su agua para purificarse.

Curiosamente podía asistir cualquier hombre a la velación, allegado o no, pero las mujeres y en especial las más cercanas no podrían estar presentes. El velorio o prothesis duraría aproximadamente 2 días y daba paso al lamento funerario protagonizado por las mujeres vestidas en luto (de blanco, negro o gris) y con el cabello perfectamente recogido, ellas se golpeaban el pecho y cantaban el lamento ritual, en ocasiones se contrataban plañideras profesionales (mujeres pagadas para llorar en un velorio) para el treno fúnebre (canto ritual para despedir al difunto).

Al tercer día se realizaría lo que llamaríamos procesión hacia la sepultura, ellos lo llamarían “ecfora”, debía realizarse por calles secundarias, para no mancillar la luz del sol y porque la ley dictaba no ensalzarse en exceso, ni en vida ni en muerte y en el camino se cantaban epitafios. Tal tumba debía ser fuera de las murallas de la ciudad, donde se inhumaba o se quemaba el cuerpo de acuerdo a los recursos familiares, las cremaciones podían ser muy costosas.

Al llegar al lugar donde se incineraría el cuerpo, su viuda le dará un último beso, su primogénito abrirá y cerrara sus ojos, los invitados arrojarán ofrendas de flores y la fogata será apagada con vino. Finalmente se marcaba el lugar de la sepultura con un cumulo de tierra, una serie de ladrillos o una estela en forma humana, para recordar al difunto y evitar que fuera violada.

Los asistentes deben purificarse al llegar a sus hogares y la casa donde se realiza el velorio debe ser purificada con agua marina. Se celebraban banquetes funerarios al 3º, 9º y 13º día desde el funeral y luego en cada aniversario.  En el mes de febrero entre el 13 y el 21, se rendía homenaje a sus difuntos, llevando ofrendas de trigo y flores. Los magistrados no llevarían sus insignias en esta novena, los templos estarían cerrados, el fuego no se encendía en los altares y no se celebraban matrimonios.


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