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Trámites de herencia sin testamento

En los casos donde la causa de muerte es repentina, y la los herederos se encuentran con una herencia sin testamento, se deben seguir una serie de requisitos y pasos para acceder a ella.

Si este es tu caso, hoy en Tanatos Formación, Centro de Formación de Tanatopraxia y Tanatoestética en Madrid, Sevilla, Málaga y Santiago de Compostela, te contamos cuáles son los trámites que debes cumplir para acceder a tu herencia sin testamento.

Reúne los documentos necesarios

Si se produce el fallecimiento de una persona que no haya dejado testamento, para procesar la tramitación de la herencia es necesario contar con una declaración de herederos abintestato. Dicha declaración no establece el modo en que serán repartidos los bienes, únicamente quienes serán los herederos.

Para procesar la declaración de herederos abintestato, es necesario reunir los siguientes documentos.

  • Certificado de defunción de la persona fallecida.
  • DNI o Certificado de empadronamiento del fallecido.
  • Certificado de Actos de Últimas Voluntades. Sirve para acreditar que el difunto no dejó testamento.
  • Certificado de Nacimiento de los parientes del difunto con derecho a heredar.
  • Certificado de Matrimonio del difunto en caso de aplicar.

¿Quién puede procesar la declaración de herederos?

Las personas que pueden instar por una declaración de herederos son:

  • Descendientes.
  • Ascendientes.
  • Cónyuge.
  • Pareja de hecho.
  • Parientes colaterales.
  • Cualquier persona con interés legítimo a juicio del notorio.

Una vez que se tiene claro quienes van a ser los herederos, se deben llevar a cabo los siguientes pasos:

Acudir a la Notaria correspondiente

Una vez recopilado los documentos, deberás acudir a la notaria correspondiente para solicitar al notario que comience al acta de notoriedad. No es necesario que todos los herederos acudan a la notaria, solo basta con que uno de estos acuda en representación.

Conseguir dos testigos

También es necesaria la intervención de dos testigos que conozcan a la familia, y puedan aseverar la realidad de los hechos. Los testigos pueden mantener una relación parental con el fallecido, pero no pueden ser de los interesados en la herencia.

Obtención del Acta de Declaración de Herederos Abintestato

Tras 20 días hábiles desde el requerimiento inicial, el notario terminará el acta y procederá a su protocolización. Este documento declarará qué parientes del fallecido son los herederos abintestato, expresando los derechos hereditarios que le corresponden.

Una vez haya transcurrido el tiempo indicado, podrás obtener una copia del “Acta de Declaración de Herederos Abintestato”.

¿En qué otros casos se necesita la Declaración de Herederos Abintestato?

Existen casos en lo que, aun habiendo otorgado el testamento del fallecido, se necesitará la Declaración de Herederos Abintestato.

  • Testamento declarado nulo.
  • Testamento que no contenga institución de heredero en todo o parte de los bienes del testador.
  • Heredero instituido que no cumpla la condición impuesta por el testador.
  • Heredero testamentario fallece antes que el testador o renuncia a la herencia, si no tiene sustituto y no procede el derecho a acrecer.
  • Heredero instituido en el testamento incapaz de suceder.

Si tienes un problema con la tramitación del testamento de tu ser querido fallecido, acude a tu notaria correspondiente y asesórate al respecto.

La tradición del Día de los Muertos en México

En otras ocasiones, hemos hablado sobre ritos funerarios en diferentes partes del mundo, pero una tradición muy emblemática y llena de misticismo es el Día de los Muertos mexicano, la conmemoración más grande que une a todas las regiones del país.

En la actualidad, esta celebración comienza la última semana del mes de octubre y culmina la primera semana del mes de noviembre –fechas orientativas, ya que no son exactamente las mismas en todas las regiones-, llevándose a cabo una serie de eventos, celebraciones y ceremonias.

Estos días tienen un origen muy particular, tanto como la manera de celebrar un día así, los altares y las ofrendas. A continuación, un recorrido por la tradición del Día de los Muertos en México.

El origen

En primer lugar, hay que señalar que la conmemoración de los difuntos data de la era precolombina, cuando eran exhibidos los cráneos y huesos de los difuntos, en señal de trofeos que simbolizaban la muerte y la resurrección.

Por ese entonces, se adoraba a dos deidades: Mictecacíhuatl (Diosa de los Muertos) y Mictlantecuhthi (Dios de las Sombras), que se encargaban de decidir el destino de las almas de los difuntos. Los dioses habitaban el Mictlán o “Lugar de los muertos” y para entrar allí había que superar obstáculos y pruebas.

Para que los muertos lograran entrar, los vivos realizaban rituales y ceremonias que culminaban en el entierro o la cremación. De allí, las almas continuaban solas el trayecto hasta llegar al Mictlán. Aquí no había distinción entre cielo e infierno.

Con el cristianismo cambiaron algunas cosas, ya que se instauró el miedo a la muerte, aunque los nativos no abandonaron sus creencias. Finalmente, se unieron para crear la tradición que se conoce hoy.

¿Cómo es la celebración?

La muerte de un ser querido es un hecho doloroso, que muchos no conciben celebrar. Pero la población mexicana ha sabido darle un sentido diferente y muy realista; para ellos, la conmemoración del Día de los Muertos es el momento de honrar a sus difuntos con una celebración, pues tienen la creencia de que ese día los muertos vienen a compartir con los vivos.

Actualmente, comienza a finales de octubre debido a que el montaje de los altares requiere de tiempo.

La visita al campo santo es imprescindible durante estas fechas. Se arreglan las tumbas del cementerio y se llevan alimentos para compartir durante el día y la noche. Y no pueden faltar el tequila y los mariachis, para celebrar la llegada de los muertos desde el inframundo.

Las ofrendas y los altares

Si algo caracteriza la conmemoración del Día de los Muertos en México son los altares y las ofrendas. Año tras año van incorporando elementos que enaltecen esta hermosa tradición.

Se realizan altares de dos escalones o de siete, con una elaboración diferente pero con elementos comunes como las fotografías de los difuntos, el papel de colores y las flores. Las mas utilizadas son el cempasúchil y el moco de pavo.

Otros elementos imprescindibles son el incienso y las velas, que junto a las flores, guían el alma del difunto hacia su familia a través del aroma y la luz.

Tampoco puede faltar el agua, que ayuda a calmar la sed que tiene el difunto por el gran trayecto atravesado, y la sal, para que el alma no se desvíe del camino.

Por otra parte, se preparan las bebidas y comidas favoritas de los difuntos que se honran, así como las tradicionales calaveras con sombrero y el delicioso pan de muerto. En algunos casos, se colocan juguetes, si el fallecido era un niño.

Durante la celebración, también se reza por el descanso en paz de los difuntos.

Algunos aspectos de importancia

En el año 2008, La UNESCO declaró la festividad del Día de los Muertos en México “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.

Esta es una de las celebraciones más importantes de México. Además de honrar a los difuntos, es un momento de unión y de compartir en familia, para mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos.

 

¿Cómo eran los ritos funerarios en la Antigua Roma?

Como ya hemos explicado anteriormente, los ritos funerarios existen desde la Antigüedad. Nuestros antepasados ya realizaban ciertas prácticas para despedir a un muerto, sobre todo en la Antigua Roma, cuando se llevaban a cabo ritos que todavía se conservan en nuestra época.

Si te preguntas, “¿cómo eran los ritos funerarios entonces?” A continuación, realizamos un recorrido por las costumbres romanas para honrar a sus muertos.

Ritos funerarios en la Antigua Roma

En primer lugar, hay que resaltar que los ritos funerarios que se realizaban en la Antigua Roma han permanecido presentes hasta nuestros días. Por supuesto que con algunas variaciones, pero la esencia se conserva.

Para despedir a un muerto la iniciación era el punto de partida, cuando había que dar sepultura al cuerpo bajo los protocolos establecidos. Si no se cumplían todos los pasos, el alma del fallecido permanecería vagando y atemorizando a sus familiares.

La sociedad de la Antigua Roma era muy supersticiosa y mantenían la creencia de que a los muertos había que darles un descanso adecuado. Algo que se mantiene hoy en día en algunas religiones.

Los pasos a seguir eran: procesión del cuerpo, entierro o cremación, elogio, celebración y conmemoración. Si no se hacía de esta forma y en ese orden, su alma jamás descansaría en paz.

Procesión del muerto

El fallecido era llevado en procesión por sus familiares y allegados. Dependiendo de su clase social, se contrataban músicos, orquestas y mujeres que lloraran de forma desconsolada durante la caminata.

También había personas disfrazadas haciendo mención a los ancestros. La Antigua Roma rendía honores y adoración a los antepasados que ya pasaron a mejor vida.

La procesión conducía el cuerpo hacia su morada final, casi siempre fuera de la ciudad, pues en esa época la muerte se consideraba algo contaminante. No solo en lo material, sino también en lo espiritual.

El entierro o la cremación

El recién fallecido era colocado en la pira funeraria. Era costumbre poner una moneda sobre la boca y los ojos para que pudiese pagar a Caronte su pase al inframundo.

El cuerpo era exhibido por última vez  -a muchos le abrían los ojos para que observaran por última vez la luz- y entonces se procedía a encenderlos.

La incineración era la práctica más común en la Antigua Roma. No es hasta el Siglo I cuando se inició la inhumación –o enterramiento- como método único, ya que así, el cuerpo quedaba en la tierra y su alma se marchaba con Dios. Tanto la inhumación como la incineración se realizaban de noche y en un lugar alejado de la ciudad.

Las cenizas eran entregadas al familiar más cercano, para adorarlo con sus ancestros, y los restos depositados en una tumba.

Los muertos de la clase media eran enterrados en fosas comunes. Y sus ritos funerarios eran menos ostentosos pero cumplían de igual forma el protocolo de despedida del muerto.

Los elogios y celebración al fallecido

En la Antigua Roma, la muerte era considerada el paso hacia una vida nueva. Por lo tanto, había que celebrar, a la vez que llorar, la partida del ser querido.

Después del entierro o incineración se realizaba una ceremonia dedicada al difunto, que podía prolongarse hasta nueve días. Consistía en ofrecer un banquete para todos los asistentes, con el vino como elemento protagonista.

Además, cada aniversario del día de la muerte, se celebraba con un banquete en conmemoración al difunto para recordarlo.

La conmemoración

En la Antigua Roma, ya existían unos días específicos en los que se conmemoraba a los difuntos, para recordarlos a lo largo del tiempo. Concretamente en el mes de mayo.

Cuando estos no eran enterrados bajo los protocolos establecidos –es decir, no se les daba la cristiana sepultura- se decía que sus almas vagaban por el mundo atormentando a los vivos. Por lo que se estableció también un día en el mes de mayo para realizar rituales para proteger las casas de los “lémures”, esos espíritus que no descansaban en paz.

Las tumbas y los epitafios en la Antigua Roma

Los epitafios que se empleaban en la Antigua Roma contenían la información del fallecido, como por ejemplo, su nombre completo, fecha de nacimiento y sus logros en vida.

Durante la época, era común ver en las lápidas la frase “sit tibi terra levis”, que significaba “que la tierra te sea leve”. Se tallaba en forma de abreviatura: S.T.T.L.

Las tumbas eran construidas con escenas mitológicas, algunas en grandes mausoleos, que significaban el paso a la vida después de la muerte. Muchas estaban hechas en metal y mármol, dependiendo de nuevo de la clase social del difunto.

Los parientes se dirigían a las tumbas a rendirles honores  a sus ancestros con cierta frecuencia.

En definitiva, los rituales funerarios en la Antigua Roma eran tomados con mucha seriedad. Estaban íntimamente ligados a sus creencias y a supersticiones propias de la época, y algunas de ellas se han mantenido, aunque evolucionadas o adaptadas a otras religiones.