¿Cómo eran los ritos funerarios en la Antigua Roma?

Como ya hemos explicado anteriormente, los ritos funerarios existen desde la Antigüedad. Nuestros antepasados ya realizaban ciertas prácticas para despedir a un muerto, sobre todo en la Antigua Roma, cuando se llevaban a cabo ritos que todavía se conservan en nuestra época.

Si te preguntas, “¿cómo eran los ritos funerarios entonces?” A continuación, realizamos un recorrido por las costumbres romanas para honrar a sus muertos.

Ritos funerarios en la Antigua Roma

En primer lugar, hay que resaltar que los ritos funerarios que se realizaban en la Antigua Roma han permanecido presentes hasta nuestros días. Por supuesto que con algunas variaciones, pero la esencia se conserva.

Para despedir a un muerto la iniciación era el punto de partida, cuando había que dar sepultura al cuerpo bajo los protocolos establecidos. Si no se cumplían todos los pasos, el alma del fallecido permanecería vagando y atemorizando a sus familiares.

La sociedad de la Antigua Roma era muy supersticiosa y mantenían la creencia de que a los muertos había que darles un descanso adecuado. Algo que se mantiene hoy en día en algunas religiones.

Los pasos a seguir eran: procesión del cuerpo, entierro o cremación, elogio, celebración y conmemoración. Si no se hacía de esta forma y en ese orden, su alma jamás descansaría en paz.

Procesión del muerto

El fallecido era llevado en procesión por sus familiares y allegados. Dependiendo de su clase social, se contrataban músicos, orquestas y mujeres que lloraran de forma desconsolada durante la caminata.

También había personas disfrazadas haciendo mención a los ancestros. La Antigua Roma rendía honores y adoración a los antepasados que ya pasaron a mejor vida.

La procesión conducía el cuerpo hacia su morada final, casi siempre fuera de la ciudad, pues en esa época la muerte se consideraba algo contaminante. No solo en lo material, sino también en lo espiritual.

El entierro o la cremación

El recién fallecido era colocado en la pira funeraria. Era costumbre poner una moneda sobre la boca y los ojos para que pudiese pagar a Caronte su pase al inframundo.

El cuerpo era exhibido por última vez  -a muchos le abrían los ojos para que observaran por última vez la luz- y entonces se procedía a encenderlos.

La incineración era la práctica más común en la Antigua Roma. No es hasta el Siglo I cuando se inició la inhumación –o enterramiento- como método único, ya que así, el cuerpo quedaba en la tierra y su alma se marchaba con Dios. Tanto la inhumación como la incineración se realizaban de noche y en un lugar alejado de la ciudad.

Las cenizas eran entregadas al familiar más cercano, para adorarlo con sus ancestros, y los restos depositados en una tumba.

Los muertos de la clase media eran enterrados en fosas comunes. Y sus ritos funerarios eran menos ostentosos pero cumplían de igual forma el protocolo de despedida del muerto.

Los elogios y celebración al fallecido

En la Antigua Roma, la muerte era considerada el paso hacia una vida nueva. Por lo tanto, había que celebrar, a la vez que llorar, la partida del ser querido.

Después del entierro o incineración se realizaba una ceremonia dedicada al difunto, que podía prolongarse hasta nueve días. Consistía en ofrecer un banquete para todos los asistentes, con el vino como elemento protagonista.

Además, cada aniversario del día de la muerte, se celebraba con un banquete en conmemoración al difunto para recordarlo.

La conmemoración

En la Antigua Roma, ya existían unos días específicos en los que se conmemoraba a los difuntos, para recordarlos a lo largo del tiempo. Concretamente en el mes de mayo.

Cuando estos no eran enterrados bajo los protocolos establecidos –es decir, no se les daba la cristiana sepultura- se decía que sus almas vagaban por el mundo atormentando a los vivos. Por lo que se estableció también un día en el mes de mayo para realizar rituales para proteger las casas de los “lémures”, esos espíritus que no descansaban en paz.

Las tumbas y los epitafios en la Antigua Roma

Los epitafios que se empleaban en la Antigua Roma contenían la información del fallecido, como por ejemplo, su nombre completo, fecha de nacimiento y sus logros en vida.

Durante la época, era común ver en las lápidas la frase “sit tibi terra levis”, que significaba “que la tierra te sea leve”. Se tallaba en forma de abreviatura: S.T.T.L.

Las tumbas eran construidas con escenas mitológicas, algunas en grandes mausoleos, que significaban el paso a la vida después de la muerte. Muchas estaban hechas en metal y mármol, dependiendo de nuevo de la clase social del difunto.

Los parientes se dirigían a las tumbas a rendirles honores  a sus ancestros con cierta frecuencia.

En definitiva, los rituales funerarios en la Antigua Roma eran tomados con mucha seriedad. Estaban íntimamente ligados a sus creencias y a supersticiones propias de la época, y algunas de ellas se han mantenido, aunque evolucionadas o adaptadas a otras religiones.

 

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