El frío como método de conservación del cadáver

Una vez una persona fallece, en su cuerpo, ya sin vida, comienzan a ocurrir cambios que desencadenan una serie de fases propias del proceso de descomposición del cadáver. Sin embargo, existen algunas técnicas para contrarrestar los efectos de la descomposición y uno de los más efectivos y comunes es la aplicación de frío como un método de conservación.

La refrigeración, es un lugar común en los tanatorios y en cierta medida un paso obligatorio para garantizar la preservación de un cuerpo por un tiempo, desde la muerte hasta el momento del sepelio, pasando por todos los actos velatorios.

Como actúa el frío en el cuerpo para la conservación del cadáver

Una vez el cuerpo es recibido en el tanatorio, es necesario conservarlo y es por ello que el cadáver es expuesto a bajas temperaturas (oscilan entre los 0 y los 5° bajo cero) dentro de cámaras frigoríficas que garantizan su conservación. Esta técnica, actúa sobre el agua de los tejidos del difunto solidificándola pudiendo permanecer en ese estado por tiempo indefinido. Una prueba de lo efectiva que puede llegar a ser la congelación, es el conocido hallazgo del llamado “Otzi, el hombre de hielo”, quien fue descubierto en los Alpes Italianos el 19 de septiembre de 1991, después de haber permanecido congelado por, alrededor de 5300 años, permitiendo a los científicos estudiar enfermedades, bacterias e incluso las rudimentarias costumbres de la época.

También es importante señalar que, con las normativas establecidas en España sobre sanidad mortuoria, los velatorios han debido ir adaptando sus espacios con sistemas de refrigeración acorde con las exigencias de las autoridades, garantizando de este modo la preservación de los cuerpos además de todas las normas de higiene.

El frío nos acerca a la inmortalidad

Como si de una película de ficción se tratase, la conservación de un cuerpo por largo tiempo con la intención de reanimarlo nuevamente, puede ser posible a través de la criogenización. La criogenización, según la Dra. Marcela Regina Beltrán Sánchez de la Universidad  Nacional de México (UNAM), “se trata de un sistema de conservación de las estructuras biológicas a través del frío”.

Esta idea nació inicialmente durante la década de 1960 por medio de la Dra. Constance M Ettinger, quien describe en su libro Perspectiva de la inmortalidad como la muerte que por el momento puede considerarse una enfermedad incurable al mismo tiempo que la ciencia cuente con armas para llegar a curar esa enfermedad sin ningún tipo de tratamiento.

Por más increíble que parezca, en los Estados Unidos existen (entre tres y cuatro) sociedades criogénicas, en las que los cuerpos reposan, bajo medidas de protección y conservados en nitrógeno, aguardando para su futura descongelación y cuando sea posible, mediante los avances de la ciencia, reanimarlos. Por más inverosímil que nos pueda parecer, esto es una posibilidad en un futuro no muy lejano.

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