La tradición del Día de los Muertos en México

En otras ocasiones, hemos hablado sobre ritos funerarios en diferentes partes del mundo, pero una tradición muy emblemática y llena de misticismo es el Día de los Muertos mexicano, la conmemoración más grande que une a todas las regiones del país.

En la actualidad, esta celebración comienza la última semana del mes de octubre y culmina la primera semana del mes de noviembre –fechas orientativas, ya que no son exactamente las mismas en todas las regiones-, llevándose a cabo una serie de eventos, celebraciones y ceremonias.

Estos días tienen un origen muy particular, tanto como la manera de celebrar un día así, los altares y las ofrendas. A continuación, un recorrido por la tradición del Día de los Muertos en México.

El origen

En primer lugar, hay que señalar que la conmemoración de los difuntos data de la era precolombina, cuando eran exhibidos los cráneos y huesos de los difuntos, en señal de trofeos que simbolizaban la muerte y la resurrección.

Por ese entonces, se adoraba a dos deidades: Mictecacíhuatl (Diosa de los Muertos) y Mictlantecuhthi (Dios de las Sombras), que se encargaban de decidir el destino de las almas de los difuntos. Los dioses habitaban el Mictlán o “Lugar de los muertos” y para entrar allí había que superar obstáculos y pruebas.

Para que los muertos lograran entrar, los vivos realizaban rituales y ceremonias que culminaban en el entierro o la cremación. De allí, las almas continuaban solas el trayecto hasta llegar al Mictlán. Aquí no había distinción entre cielo e infierno.

Con el cristianismo cambiaron algunas cosas, ya que se instauró el miedo a la muerte, aunque los nativos no abandonaron sus creencias. Finalmente, se unieron para crear la tradición que se conoce hoy.

¿Cómo es la celebración?

La muerte de un ser querido es un hecho doloroso, que muchos no conciben celebrar. Pero la población mexicana ha sabido darle un sentido diferente y muy realista; para ellos, la conmemoración del Día de los Muertos es el momento de honrar a sus difuntos con una celebración, pues tienen la creencia de que ese día los muertos vienen a compartir con los vivos.

Actualmente, comienza a finales de octubre debido a que el montaje de los altares requiere de tiempo.

La visita al campo santo es imprescindible durante estas fechas. Se arreglan las tumbas del cementerio y se llevan alimentos para compartir durante el día y la noche. Y no pueden faltar el tequila y los mariachis, para celebrar la llegada de los muertos desde el inframundo.

Las ofrendas y los altares

Si algo caracteriza la conmemoración del Día de los Muertos en México son los altares y las ofrendas. Año tras año van incorporando elementos que enaltecen esta hermosa tradición.

Se realizan altares de dos escalones o de siete, con una elaboración diferente pero con elementos comunes como las fotografías de los difuntos, el papel de colores y las flores. Las mas utilizadas son el cempasúchil y el moco de pavo.

Otros elementos imprescindibles son el incienso y las velas, que junto a las flores, guían el alma del difunto hacia su familia a través del aroma y la luz.

Tampoco puede faltar el agua, que ayuda a calmar la sed que tiene el difunto por el gran trayecto atravesado, y la sal, para que el alma no se desvíe del camino.

Por otra parte, se preparan las bebidas y comidas favoritas de los difuntos que se honran, así como las tradicionales calaveras con sombrero y el delicioso pan de muerto. En algunos casos, se colocan juguetes, si el fallecido era un niño.

Durante la celebración, también se reza por el descanso en paz de los difuntos.

Algunos aspectos de importancia

En el año 2008, La UNESCO declaró la festividad del Día de los Muertos en México “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.

Esta es una de las celebraciones más importantes de México. Además de honrar a los difuntos, es un momento de unión y de compartir en familia, para mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos.

 

¿Cómo se determina la identidad de un cadáver anónimo?

Si una persona fallece en un trágico accidente y no se consigue ningún documento o persona allegada que lo identifique ¿cómo se establece la identidad de ese cadáver anónimo?

Cuando no se puede determinar la identidad del fallecido con facilidad, el cuerpo -o los restos del mismo- son sometidos a una serie de pruebas en las que los expertos en medicina forense ponen en práctica todos sus conocimientos para identificar al fallecido.

Huellas dactilares

Una de las pruebas que se realizan al cadáver y que tiene el más alto porcentaje de éxito en la identificación de un cuerpo anónimo es el estudio de sus huellas dactilares.

Sin embargo, no todos se reciben en el mismo estado y hay algunos a los que se les puede realizar el estudio y otros a los que no.

En algunos cuerpos se aplican sustancias que permiten recuperar parte de las huellas y proceder al registro de las mismas con tinta para luego ser identificadas. Esta prueba se lleva a cabo en cadáveres que aún conservan sus dedos o parte de ellos.

Exámenes de ADN

Un estudio muy certero al momento de confirmar la identidad de un cuerpo es el de su contenido genético, aunque se necesita de un elemento comparativo.

Por lo tanto, la información que aportan los familiares es muy valiosa, así como también las muestras que puedan entregar para hacer las comparaciones necesarias. Por ejemplo, tipos de sangre, tejidos de las mucosas o médula ósea, que ayudarán a esclarecer la identidad del cadáver.

Del mismo modo, se obtienen muestras de tejido muscular, segmentos del fémur o piezas dentales del fallecido, que se comparan con las de familiares como madre, padre o hijos.

La identificación por ADN se realiza en cuerpos calcinados, desmembrados o en un avanzado estado de descomposición.

Identificación por la dentadura

La identificación de un cadáver a través de su dentadura también es muy precisa. Este es un método comparativo, por lo tanto, al igual que el examen de ADN, se necesitan elementos que permitan establecer la similitud.

Este estudio se realiza a través de la observación y toma de muestras de la boca, como por ejemplo, prótesis dentales, dientes rotos o partidos, aparatos de ortodoncia, etc. Cualquier detalle, por mínimo que pueda parecer, no deja de ser importante, ya que es posible que aporte algún indicio para la identificación.

De un cadáver se puede obtener mucha más información, que los expertos usan para iniciar el proceso de identificación: cicatrices, tatuajes, deformaciones, amputaciones…

Sin embargo, los cuerpos totalmente calcinados y los desmembrados son más complejos.

La necesidad de realizar un estudio óseo -sobre todo para establecer si se trata de un hombre o una mujer- y de la dentadura, hacen el proceso de identificación un poco más largo, al igual que ocurre con los cuerpos en avanzado estado de descomposición.

Aún así, en la mayoría de los casos se logra obtener la identidad.

 

¿Por qué velamos a nuestros seres queridos fallecidos?

La despedida de nuestros seres queridos cuando mueren es un instante muy íntimo que comparten familia, amigos y allegados del fallecido. El velatorio es el momento de dar el último adiós a esa persona mediante el protocolo establecido por las diferentes religiones o por las creencias y tradiciones.

Un velatorio no es algo nuevo, ya que se remonta a la Antigüedad, posiblemente antes de Cristo. Pero ¿por qué velamos a nuestros seres queridos fallecidos? Veamos, a continuación, las respuestas a esta pregunta.

Surgimiento de los velatorios

Tenemos la certeza de que ya había velatorios en la época medieval, cuando se exponía el cuerpo y las personas lo visitaban antes de la inhumación o cremación. Los difuntos se preparaban con vestimentas especiales para su despedida.

En esos tiempos, era difícil determinar la causa de la muerte y era habitual que el uso de estaño o plomo causase estados de catalepsia, en los que una persona podía parecer muerta, pero en realidad no lo estaba y al cabo de unos tres días despertaba.

El velatorio se convirtió en un momento de esperanza que les permitía esperar la demostración de un signo vital que levantara nuevamente el cuerpo. En algunos casos, el supuesto difunto estaba finalmente vivo y ocurría; pero en otros no, y del cuerpo empezaban a emanar olores, señal de que se encontraba realmente sin vida.

Importancia del velatorio

Aunque pueda parecer absurdo, el velatorio de los seres queridos es muy importante, ya que permite, no solamente cerrar ciclos, sino también entender el proceso de la muerte y aceptarla.

Esta despedida permite humanizar la muerte y también comenzar el duelo, mediante la expresión de sentimientos y emociones hacia el difunto por parte de los familiares y amigos.

Un momento trascendente para evocar las peticiones especiales del difunto puede ser el velatorio. Un aspecto de gran importancia para la familia, pues estarán despidiendo a su ser querido honrando sus deseos. Esto, de cierta manera, reconforta a las personas de su entorno.

Compartir y conmemorar anécdotas

Velar a un ser querido no solo es una despedida, también es una conmemoración en honor al fallecido.

El velatorio es un espacio social en el que muchos se reencuentran y comparten anécdotas alegres y también tristes del fallecido. Así, encuentran el apoyo necesario para sobrellevar la ausencia, la parte más difícil tras la muerte alguien a quien se quería.

Necesidad de consuelo

El fallecimiento de un ser querido es un proceso que pasa por etapas como la negación, el dolor de la aceptación y finalmente el duelo. Por lo tanto, es necesario el consuelo de los familiares y allegados para recibir y brindar apoyo.

Las palabras de aliento y los mensajes de ánimo, así como el acompañamiento y la presencia de las personas que queremos, son necesarias para el consuelo. Ya sean por parte de familiares, amigos o allegados, ayudarán en gran medida a hacer más llevadera la pérdida.

Entre otras razones para explicar por qué velamos a nuestros seres queridos fallecidos, se encuentra la necesidad de una despedida bajo nuestras creencias y religión, la razón que más peso tiene. Nuestra manera de agradecer y honrar lo significativo que fue el paso de esa persona por nuestras vidas.

 

Cualidades de un buen profesional de la tanatopraxia

Con el paso de los años, la profesión de la tanatopraxia ha experimentado un auge inesperado. A pesar de ser un oficio que posee una gran amplitud en el ámbito de trabajo y un buen salario, no a todo el mundo le agrada lo que conlleva ser un tanapractor.

Se ha evidenciado cómo ha cambiado esto últimamente y ahora la tanatopraxia es una ocupación muy buscada.

Pero ahora bien, ¿que pasaría si quiero formar parte de este mundo de manera profesional? ¿Qué características debo poseer para ser bueno en ello? ¿Cuáles deben ser mis fortalezas y en que debo destacar para lograr mi cometido? A continuación, te damos las respuestas a estas preguntas.

Conocimientos básicos

Al trabajar con cuerpos próximos a la descomposición, herramientas  y demás factores relacionados con la tanatopraxia que requieren un preciso cuidado, es importante contar con ciertos conocimientos básicos:

  • Biología de un cuerpo en descomposición, anatomía y bacterias.
  • Manejo de herramientas quirúrgicas.
  • Productos químicos.
  • Técnicas y habilidades para tratar el cuerpo.
  • Discernimiento sobre las técnicas de embalsamamiento.
  • Conocimientos tanatoestéticos.
  • Habilidades de registro.

Perfil 

Además de los conocimientos y habilidades necesarias para desempeñar esta profesión, también son necesarias ciertas características en lo que a moralidad y tacto se refiere:

Otras cualidades 

  • Responsabilidad.
  • Respeto.
  • Detallista.
  • Higiene.
  • Cooperativa.
  • Buena salud física y mental.
  • Inteligencia.

Entre las fortalezas y factores  a destacar, encontramos varios detalles que complementan las cualidades previamente mencionadas:

  • Intuición y sensibilidad para detectar cómo se debe tratar cada caso.
  • Buena manipulación antes, durante y después de todo el proceso.
  • Apreciación de hasta el último detalle.

Además de estas cualidades generales para lograr ser un buen tanatopractor, es importante la capacidad de aprender rápido, formarse y absorber todos estos conocimientos para luego aplicarlos en la realidad.

Diferentes técnicas para realizar una autopsia

Cuando una persona muere y no se logra determinar la causa de forma clara, es necesario realizar una autopsia. Un estudio exhaustivo del cuerpo para comprobar por qué murió.

Del mismo modo, se aplica también para determinar causas patológicas, indagar sobre alguna enfermedad y conocer la identidad del fallecido en caso de no tener ningún indicio.

A continuación, describimos las diferentes técnicas para realizar autopsias que existen:

Técnica Toracoabdominal

En primer lugar, hay que resaltar que esta es la técnica más utilizada para realizar una autopsia. Consiste en realizar una abertura al cuerpo en forma de Y, U o T.

Actualmente, esta técnica tiene dos vertientes, gracias a los científicos Mata y Virchow, quienes plantean formas diferentes de realizar una autopsia Toracoabdominal.

El científico español Pere Mata Fontanet, considerado el padre de la medicina legal y forense en España, explica que la autopsia se realiza a través de un corte profundo en forma ovalada desde la articulación esterno-clavicular derecha hasta finalizar en la espina iliaca antero-superior. Este corte permite observar toda la cavidad torácica y el abdomen.

El científico alemán Rudolf L. K. Virchow, se considera el fundador de la patología moderna, tras perfeccionar la técnica de Mata Fontanet. Se emplea en casos de muertes no complejas, por ejemplo, accidentes de tránsito o muerte natural.

Virchow, por su parte, plantea realizar una autopsia con un corte único que se inicia desde el borde inferior del mentón rodeando el ombligo hasta la sínfisis del pubis. Esta técnica permite visualizar las vísceras in situ y analizarlas luego por separado. Así, se puede observar con facilidad toda la cavidad del cuello y la boca.

¿Cómo se hace una autopsia en cuerpos carbonizados?

Cuando un cuerpo está carbonizado, suele ser difícil de identificar, por lo que resulta necesario realizar una autopsia especial que permita determinar su identidad.

En estos casos, se emplea la extracción de los maxilares, una técnica invasiva que no se recomienda si el cadáver va a ser expuesto o necesita ser reconocido.

También se usa la técnica de Luntz, conocida como libro abierto, pues consiste en realizar cortes profundos en forma de V desde las comisuras de los labios hasta el arco cigomático. Con una sierra se libera el maxilar superior y se procede al estudio.

Por otra parte, la técnica de Keiser-Nielsen consiste en realizar una incisión de cóndilo a cóndilo en la mandíbula, los tejidos blandos se elevan y permite ver toda la estructura maxilofacial para su estudio. Aunque se trata de una técnica invasiva, permite la reconstrucción facial para el velatorio.

Autopsia craneal

La autopsia craneal permite observar todas las partes que integran la cabeza de un individuo. Para llevarla a cabo es necesario emplear bisturí y sierra, tanto eléctrica como manual, con la finalidad de separar la piel de los músculos, y así estudiar mejor la zona.

Hay que ser cuidadoso con los cortes que se realizan, retirar el bloque completo del cerebro, cerebelo y tronco, para luego tomar una muestra del bulbo raquídeo.

Para la autopsia craneal es de vital importancia utilizar mascarilla, gafas protectoras y sierra manual, ya que los cortes en los huesos generan un polvo contaminante que puede representar un riesgo biológico.

Muerte por sofocamiento

El cuello es una parte del cuerpo muy delicada y por ello merece especial cuidado al momento de realizar una disección. La autopsia del cuello es empleada en casos de muertes por sofocamiento y estrangulamiento.

Esta técnica comienza por colocar un elemento que permita elevar el cuello para que este quede totalmente extendido y se efectúa un corte en V desde ambas apófisis mastoides hasta la fosita esternal.

Autopsia de órganos genitales

Los órganos genitales se someten a autopsia cuando hay indicios de agresión sexual. Se exploran los orificios y se obtienen muestras para realizar estudios. Tanto en hombres como en mujeres se realizan exploraciones de la parte externa para después proceder a la interna, coger muestras y así obtener resultados concluyentes.

Técnica empleada en fetos y recién nacidos 

Esta autopsia, realizada tanto a fetos como a recién nacidos, determina la causa  exacta de la muerte y ayuda a los padres en la planificación de futuros embarazos, ya que despeja anomalías genéticas y cuidados necesarios.

La autopsia realizada en estos casos es similar a la de un adulto. Suelen ser autopsias clínicas de tipo Toracoabdominal. Con el añadido de que se toman muestras frescas de tejido, piel, placenta y cordón umbilical para su estudio.

Los avances tecnológicos en anatomía patológica, biología molecular y diagnóstico por imagen, permiten determinar con mayor exactitud las causas de un fallecimiento. Aunque las técnicas empleadas en autopsia se han mantenido sin cambios desde hace años.

Colores de luto, según el país

El luto es la manera de expresar el dolor o la pena que siente una persona por la muerte de un familiar o amigo cercano. Se lleva a cabo mediante la forma de comportarse, la cantidad de tiempo que se guarda el luto, y por supuesto, a través de los colores utilizados en estos momentos.

Los colores más comunes que identifican el luto son el negro y el blanco, pero no en todos los países se cumple esta premisa, ya que algunos utilizan otros tonos para expresar su dolor.

Colores de luto en los países occidentales

Los colores tienen una estrecha relación con los sentimientos y provocan reacciones y sensaciones diferentes según la cultura de cada país. Sin olvidar el efecto que tienen en las creencias y religiones actuales.

En los países occidentales, el luto se identifica con el negro, que es la manifestación de dolor y símbolo del camino hacia la oscuridad y lo desconocido. El color negro en el luto nos invita a adentrarnos en la oscuridad del alma para reflexionar, además de permitir a las personas pasar desapercibidas y dar por entendido que se encuentran atravesando un momento de dolor.

Los países orientales marcan la diferencia

Los países orientales tienes costumbres y creencias totalmente diferentes; por lo tanto, el color que predomina para el luto es el blanco. Siendo este color símbolo de la palidez de la muerte, así como también de la pureza del alma.

Países como Japón, India o China utilizan el color blanco durante todos los ritos y ceremonias y también durante el luto por la persona fallecida.

Un color vibrante en Sudáfrica

En este país, el color que representa el luto es el rojo, vibrante y llamativo. Es la representación de la sangre del fallecido.

Es muy común ver en Sudáfrica que las personas utilicen atuendos de colores llamativos, combinando amarillo, verde y negro. Sin embargo, el color rojo es el predominante durante las ceremonias, funerales, y por supuesto, el luto.

Azul en Siria y México

El color utilizado en Siria durante el luto es el azul cielo. Del mismo modo, México ha adoptado el mismo tono para llevarlo en sus prendas en esos momentos de tristeza.

Esta tonalidad representa armonía y fidelidad al recuerdo de la persona fallecida. También es un color que tiene similitud con el cielo, que es el lugar donde -para muchas creencias y religiones- se dirigen las personas que mueren.

Color violeta para Tailandia

Tailandia utiliza también un color muy llamativo, como lo es el violeta o lila. Las prendas que utilizan tanto en las ceremonias como en el duelo son de este tono, que representa -según la liturgia- la modestia y la penitencia.

Para las personas de este país, vestir atuendos en violeta claro o lila simboliza, a su vez, la transmigración del alma y la espiritualidad.

Diferentes colores de luto en España

En España, el color que predomina desde hace siglos es el negro. Sin embargo, también se puede encontrar el morado en las ceremonias litúrgicas del funeral de una persona católica.

Por otro lado, es costumbre cuando un niño fallece, que la vestimenta sea blanca, simbolizando la pureza y nobleza de su alma.

En la actualidad, el símbolo más utilizado para representar el luto en España es el crespón o lazo negro. Dependiendo del lugar del mundo, se usa un color u otro para expresar el luto, pero, está claro que el color negro es el protagonista en muchas culturas, religiones y países.

 

¿Cómo eran los ritos funerarios en la Antigua Roma?

Como ya hemos explicado anteriormente, los ritos funerarios existen desde la Antigüedad. Nuestros antepasados ya realizaban ciertas prácticas para despedir a un muerto, sobre todo en la Antigua Roma, cuando se llevaban a cabo ritos que todavía se conservan en nuestra época.

Si te preguntas, “¿cómo eran los ritos funerarios entonces?” A continuación, realizamos un recorrido por las costumbres romanas para honrar a sus muertos.

Ritos funerarios en la Antigua Roma

En primer lugar, hay que resaltar que los ritos funerarios que se realizaban en la Antigua Roma han permanecido presentes hasta nuestros días. Por supuesto que con algunas variaciones, pero la esencia se conserva.

Para despedir a un muerto la iniciación era el punto de partida, cuando había que dar sepultura al cuerpo bajo los protocolos establecidos. Si no se cumplían todos los pasos, el alma del fallecido permanecería vagando y atemorizando a sus familiares.

La sociedad de la Antigua Roma era muy supersticiosa y mantenían la creencia de que a los muertos había que darles un descanso adecuado. Algo que se mantiene hoy en día en algunas religiones.

Los pasos a seguir eran: procesión del cuerpo, entierro o cremación, elogio, celebración y conmemoración. Si no se hacía de esta forma y en ese orden, su alma jamás descansaría en paz.

Procesión del muerto

El fallecido era llevado en procesión por sus familiares y allegados. Dependiendo de su clase social, se contrataban músicos, orquestas y mujeres que lloraran de forma desconsolada durante la caminata.

También había personas disfrazadas haciendo mención a los ancestros. La Antigua Roma rendía honores y adoración a los antepasados que ya pasaron a mejor vida.

La procesión conducía el cuerpo hacia su morada final, casi siempre fuera de la ciudad, pues en esa época la muerte se consideraba algo contaminante. No solo en lo material, sino también en lo espiritual.

El entierro o la cremación

El recién fallecido era colocado en la pira funeraria. Era costumbre poner una moneda sobre la boca y los ojos para que pudiese pagar a Caronte su pase al inframundo.

El cuerpo era exhibido por última vez  -a muchos le abrían los ojos para que observaran por última vez la luz- y entonces se procedía a encenderlos.

La incineración era la práctica más común en la Antigua Roma. No es hasta el Siglo I cuando se inició la inhumación –o enterramiento- como método único, ya que así, el cuerpo quedaba en la tierra y su alma se marchaba con Dios. Tanto la inhumación como la incineración se realizaban de noche y en un lugar alejado de la ciudad.

Las cenizas eran entregadas al familiar más cercano, para adorarlo con sus ancestros, y los restos depositados en una tumba.

Los muertos de la clase media eran enterrados en fosas comunes. Y sus ritos funerarios eran menos ostentosos pero cumplían de igual forma el protocolo de despedida del muerto.

Los elogios y celebración al fallecido

En la Antigua Roma, la muerte era considerada el paso hacia una vida nueva. Por lo tanto, había que celebrar, a la vez que llorar, la partida del ser querido.

Después del entierro o incineración se realizaba una ceremonia dedicada al difunto, que podía prolongarse hasta nueve días. Consistía en ofrecer un banquete para todos los asistentes, con el vino como elemento protagonista.

Además, cada aniversario del día de la muerte, se celebraba con un banquete en conmemoración al difunto para recordarlo.

La conmemoración

En la Antigua Roma, ya existían unos días específicos en los que se conmemoraba a los difuntos, para recordarlos a lo largo del tiempo. Concretamente en el mes de mayo.

Cuando estos no eran enterrados bajo los protocolos establecidos –es decir, no se les daba la cristiana sepultura- se decía que sus almas vagaban por el mundo atormentando a los vivos. Por lo que se estableció también un día en el mes de mayo para realizar rituales para proteger las casas de los “lémures”, esos espíritus que no descansaban en paz.

Las tumbas y los epitafios en la Antigua Roma

Los epitafios que se empleaban en la Antigua Roma contenían la información del fallecido, como por ejemplo, su nombre completo, fecha de nacimiento y sus logros en vida.

Durante la época, era común ver en las lápidas la frase “sit tibi terra levis”, que significaba “que la tierra te sea leve”. Se tallaba en forma de abreviatura: S.T.T.L.

Las tumbas eran construidas con escenas mitológicas, algunas en grandes mausoleos, que significaban el paso a la vida después de la muerte. Muchas estaban hechas en metal y mármol, dependiendo de nuevo de la clase social del difunto.

Los parientes se dirigían a las tumbas a rendirles honores  a sus ancestros con cierta frecuencia.

En definitiva, los rituales funerarios en la Antigua Roma eran tomados con mucha seriedad. Estaban íntimamente ligados a sus creencias y a supersticiones propias de la época, y algunas de ellas se han mantenido, aunque evolucionadas o adaptadas a otras religiones.

 

Los velatorios de mascotas están de moda

Las mascotas, esos seres vivos que, en ocasiones, tratamos y apreciamos como a nuestros seres queridos. Un animal de compañía es como si un miembro más de nuestra familia se tratase.

Forman parte de nuestras vidas, nuestro día a día. Como todo ser vivo, los animales tienen una fecha asegurada para partir de este mundo, y aunque esto sea un proceso doloroso, debemos brindarles un adiós apropiado a esos que también fueron nuestros seres queridos.

Con el paso del tiempo, se han normalizado cada vez más las muestras de afecto y dedicación a nuestras mascotas y la necesidad de acercarlos cada vez más a las tareas humanas. ¿Por qué no despedirles también como al resto de seres queridos? Los velatorios de mascotas se están haciendo cada vez más populares.

¿De qué se trata?  

De igual forma que los velatorios de personas, los de mascotas buscan brindar a los dueños y allegados un último adiós en un ambiente de calma, tratanto de hacer menos dolorosa la muerte de nuestro amigo o amiga. Es un proceso único y exclusivo, destinado a velar animales domésticos como perros, gatos, tortugas, hurones o periquitos.

El debate: ¿Es esto normal? 

Simplemente tenemos que preguntarnos si dedicar una última despedida a un ser querido es un proceso normal. Las mascotas, como previamente mencionamos, son nuestros acompañantes en el día a día y aunque este no sea un proceso totalmente normalizado aún, se quiere dejar claro cuál es el fin del mismo: prestar los medios y el apoyo necesarios a quien desee someter el cuerpo de su mascota a un velatorio tras su muerte.

¿Cuánto cuesta un velatorio para mascotas?  

El precio de la cremación de un cuerpo puede variar según el peso, aunque el monto no suele pasar de los 300 euros por incineración. La sala de velatorio suele ser un servicio gratuito, y de ser necesario, puede añadirse el servicio de transporte del cuerpo desde el lugar de la muerte hasta el tanatorio.

El sistema que se sigue es muy parecido al de los tanatorios para personas. Se registra y se prepara al animal para el velatorio -que dura aproximadamente de 15 a 30 minutos– período durante el cual, el cuerpo se encuentra descansando en un túmulo, para luego ser retirado y llevado a incinerar. Si el tutor de la mascota lo desea, puede acariciarlo una última vez antes de ser cremado.

Los impulsadores de este servicio, esperan que con los años se normalice del todo este proceso, puesto que como seres vivos y miembros de comunidades y rutinas del ser humano, merecen ser tratados con respeto, incluso después de su muerte.

Este sigue siendo un procedimiento novedoso y aún en debate, pero que a pesar de ello, ha adquirido mucha popularidad con el paso de los años.